domingo, 8 de abril de 2012

Destellos XXXI

 
  Dos momentos de una palmera descabezada, prisionera en su cárcel de luz, viva en su mortaja de sombra.

Vivir en una perífrasis verbal aspectual durativa, lejos de la impaciencia del orgasmo sin erección, del placer sin preparación ni espera. Reversibilidad de lo mismo que nos atrapa porque conocemos su derrota. Duración discontinua de la costumbre que, como estribillo y glosa, nos arrulla en el sonsonete familiar que nos libera de ser originales y nos acerca al origen.
La tiranía festiva de la nueva métrica de twitter impone el círculo de hierro de 140 caracteres para comunicar incomunicación, abierto 24 h. Los destellos, como planetas o estrellas, son un punto y aparte de luz en el firmamento,  profundos  y densos como un agujero negro, insondables desde la distracción.
Entre Lluís Calvo y Mario Benedetti  viven mundos que convergen aquí, en estos limbos que, de pronto, me parecen pretenciosos ante sus palabras. Las “Bagatelas” del poeta uruguayo (que se pueden leer en Defensa propia, Visor, 2005) rezan, laica y ramonianamente, por ejemplo:
“A través de los siglos, la poesía es siempre la misma. Lo que cambia es el estilo de la repetición”
O
“El cero a la derecha junta millones. El cero a la izquierda funda utopías”
Lluís Calvo, zaragozano santcugatense, nos lleva hasta Estiula en Estiula (Labreu edicions, Alabatre, 31, 2011) y allí funda algunos de los poemas de la poesía:
“Vent a mi
I a mi una paraula és
La veritat maragda obscura
El temps la desmesura
I la fugida el mot
Aquest foc la flama d’ambre pur
Mirtil existeix entre els meus llavis
Els noms on són?

No tinc sinó allò que dic
No sóc sinó el que callo”

La dinámica de la contradicción genera el pensamiento, ese motor inmóvil que todo lo mueve.




Déficit de atención social. Abarcar sin apretar. Diluirse en el estar sin estar ni ser. Atomización del interés: “carpe diem” colonizado por el caballo de Troya del “tempus fugit” como un corazón embaucador. Enhebrar la prisa con la calma extática y estática del contemplar siempre lo mismo.
El octavo día de la semana; el cuarto vértice del triángulo; el infinito centro concéntrico del círculo; la proyección luminosa de la sombra; el otro lado del espejo; los pasos antípodas de nuestras huellas; lo que no somos: la eternidad.
Hombre: terrateniente de la nada; perito en gestionar el vacío; agrimensor de la ausencia.

Evanescencia permanente: vanidad excipiente de la diafanidad meridiana.

Agujetas en la mirada de contemplar el mar.
Volatilidad de la esencia: vaporización de lo esencial. La infidelidad a la que nos aboca la tentación de la oportunidad
El amor es siempre nuevo. La muerte es siempre la misma.

4 comentarios:

  1. "El que puguis dir en dues paraules no ho diguis amb quatre" em deien de petit.

    Aquest estalvi de paraula pot ser molt rendible, a vegades. I ho dic jo que no sé dir les coses de manera breu i sempre estic matissant, com en aquest comentari!

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    1. "... no ho diguis amb quatre", si no vols fer de les paraules el contingut mateix, és clar... De vegades, Galderich, l'essència està al matis o, simplement, les paraules diuen el que ni qui les empra sospita i sí descobreix qui les llegeix.

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  2. Si la literatura debe ser breve o no, no lo decidirá twitter sinó aquel que la practique. Tus destellos son pequeños faros, a menudo embellecidos con un punto de irracionalidad. Espero que no se terminen nunca.

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    1. ¡Qué honor: el destello de un faro (aunque sea pequeño)! Quizás la irracionalidad sea, permíteme la pedantería, la intuición que se concentra en ese fulgor fugaz, en ese parpadeo que llega aquí desde los orígenes mismos de la conformación de mi mundo... Mientras haya un lector (aunque este sea yo), habrá Destellos. Gracias por darle amplitud a Ábradas y sus centelleos.

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